Así como hubo un desate QAnon, de fanáticos radicales de Trump, una parte de Venezuela se dejó embaucar por un grupo de vendedores de humo de las redes, quienes utilizaron los últimos cuatro años, para posicionarse como falsos asesores y conocedores de los misterios de la Casa Blanca, desde un lenguaje de populistas tramposos, derechistas y conspiranoicos carentes de ética.
Cinco ejemplos delatan una burbuja que ha estallado y que merece superarse por la salud mental de sus seguidores.
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Ellos representan una crisis política.
John Acquaviva
En los últimos días dijo y se desdijo por su canal de Youtube, a partir de la derrota de Donald en las elecciones.
Manejó una falsa expectativa en su cuenta personal, prometiendo escenarios que no se cumplieron, como la reacción y la revancha de su candidato, hasta lograr consolidar un segundo mandato. Cosa que no pasó.
Entre las múltiples fake news del teatral Acquaviva, queda el testimonio de su largo y extenuante maratón en Live, intentando maquillar y justificar la derrota del ex conductor de El Aprendiz.
Conviene entender y asumir que el egocentrismo del Youtuber nunca estará por encima de los hechos y las informaciones comprobadas.
Cualquier duda, consulten la programación, bien variadita, del estereotipado comunicador digital.
Ángel García Banchs
Siempre en plan de negación de la realidad, García Bachs instrumentó el idioma y la simbología religiosa, para garantizar el milagro del regreso de Trump, tras su revés en los comicios de noviembre.
De igual modo, perdió la capacidad de leer el momento, en función de las reglas del periodismo imparcial y del mínimo sentido común, alimentado una base de fanáticos ciegos en teorías lunáticas e inviables.
Se puede ser magazolano sin complejos, nadie lo duda. Admirar y reconocer el apoyo de Trump al país en contra de la dictadura de Maduro.
Pero es fundamental no manipular a tu audiencia, para sembrar esperanzas huecas imposibles de concretar.
Estos supuestos expertos utilizan su propia investidura, sus títulos, su argumento de autoridad, con el fin de moldear los datos a la luz de sus intereses.
Juan Carlos Sosa Azpúrua
En el mismo sentido, el abogado y escritor con 347 K empleó todos sus conocimientos en afirmar cuestiones incomprobables, como que Trump fue el mejor presidente de la historia de Estados Unidos, en un balance que está en proceso de aclararse y definirse.
En meses recientes, Juan Carlos Sosa cometió el error de relativizar la pedofilia, justificando a Jeffrey Epstein, al culpar a las chicas en lugar de empatizar con su posición de víctimas.
Nunca aceptó su dislate, huyendo hacia delante con su discurso melodramático.
Todavía se siente el héroe de la trama y protagonista de la película.
Los culpables son los demás, cuando las máscaras se caen.
Soros, el estado profundo, la ruina de occidente, son los eternos argumentos amarillistas y trillados del intelectual de la posverdad.
Meros pósters del pánico que brindan explicaciones banales para cuestiones de mayor complejidad.
Alberto Franceschi
Durante meses lo seguí por Youtube porque es un político de habla articulada. Tiene buenas ideas, en ocasiones, aunque le gusta encadenarse con monólogos donde suele emitir aseveraciones paradójicas y alejadas del método científico.
Ha dado voz a un descontento y a una resistencia que no consiguen alivio en la diáspora.
Pero también se empecinó en desarrollar un relato binario, de blanco y negro, que priorizó la especulación y la fabricación de escenarios antes que la admisión del fin del ciclo de Trump.
Jamás logró pegar un pronóstico en enero del 2021 y se borró con la llegada de Biden.
Federico Bocannera
Es último que mencionamos en nuestro top, seguramente por ser el menos racional o el más propenso al humor involuntario.
Guarden sus tuits si quieren reír en el futuro inmediato, de tal cantidad de despropósitos, predicciones erradas y concepciones temerarias, como de un Mario Silva invertido y boomer, desatado en el teclado.
Es que la narrativa del fascismo ordinario, piensa que repitiendo las mentiras mil veces, pues se cumplen, como en la era de ciencia ficción de Hitler y Chávez.
Luego de cuatro años de no hacer periodismo, o de cambiarlo por la voz de un propagandista gratuito y arbitrario, nuestros cinco personajes de hoy tendrán que aprender a ser críticos con todos, en vez de explotar a un público militante y partisano.
El analista auténtico no es condescendiente con una mirada parcializada y mezquina, maniquea y disolvente.
Sabe separar las cosas y procesar los acontecimientos, sin adaptarlos a las circunstancias de su patrocinadores y suscriptores.
Al respecto celebro la postura de colegas como Daniel Lara Farías y Neomar Hernández, que siguen siendo oponentes a la ideología de Biden, pero no se suman al disparate de los negacionistas inescrupulosos.
En efecto, por aquí honraremos el reporterismo cuestionador frente a Biden, tal como lo hicimos con Trump.
Sergio Monsalve
Director Editorial de Globomiami
