Este martes 7 de mayo comienza oficialmente el cónclave en el que se elegirá al 267.º sucesor de san Pedro, tras el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril. Concluidas las misas Novendiales, la Santa Sede ha completado los preparativos logísticos y ceremoniales para acoger a los 133 cardenales electores que deliberarán en la Capilla Sixtina.
La última misa de luto fue celebrada el domingo 5 de mayo en la basílica de San Pedro por el cardenal francés Dominique Mamberti, quien, como protodiácono del Colegio Cardenalicio, será el encargado de anunciar al nuevo pontífice con el tradicional Habemus Papam. Durante su homilía, Mamberti recordó el legado de Francisco y destacó su fortaleza en los últimos días: “Yo estaba a su lado el día de Pascua, testigo de su sufrimiento pero, sobre todo, de su valentía y su determinación para servir al pueblo de Dios hasta el final”.
Un proceso bajo estricto secreto
El cónclave se desarrolla en un ambiente de total aislamiento. Los accesos al perímetro han sido sellados, y cámaras y sensores dentro de la Capilla Sixtina fueron desactivados para preservar la confidencialidad del proceso. Los trabajadores esenciales —como médicos, confesores, técnicos de climatización y personal de limpieza— han jurado discreción y permanecerán incomunicados del exterior hasta que concluya la elección.
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Los cardenales asistirán primero a la misa Pro Eligendo Pontifice, prevista para las 10:00 a.m. en la basílica de San Pedro, y luego ingresarán en procesión a la Capilla Sixtina, donde escucharán el Extra omnes, la fórmula con la que se anuncia el inicio formal del cónclave.
Las votaciones se realizarán en sesiones matutinas y vespertinas. Para que un candidato sea elegido como papa, deberá contar con al menos dos tercios de los votos, según establece la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, actualizada por Benedicto XVI.
Un escenario preparado hasta el mínimo detalle
La Capilla Sixtina ha sido completamente acondicionada para el evento. El operativo fue coordinado por la Dirección de Infraestructuras del Estado Vaticano, bajo la supervisión del ingeniero Silvio Screpanti. Más de 60 trabajadores participaron en la instalación del piso técnico, el mobiliario ceremonial, la revisión de los sistemas eléctricos y de climatización, así como en el acondicionamiento de más de 200 habitaciones para los cardenales.
La “Sala de las Lágrimas”, ubicada junto a la Sixtina, también fue preparada para recibir al nuevo pontífice, quien se vestirá allí por primera vez con la sotana blanca tras aceptar su elección.
Una vez alcanzado un consenso, las papeletas serán quemadas en la clásica estufa que emite el humo visible desde la plaza de San Pedro: negro si no hay elección, blanco si la Iglesia tiene nuevo papa.
El mundo espera ahora ese momento decisivo en el que el cardenal Mamberti anunciará desde el balcón central de la basílica el esperado Habemus Papam. El elegido, desde ese instante, será el nuevo líder espiritual de más de 1.300 millones de católicos en el mundo.